Ni la lluvia pudo con la euforia malaguista. Con empate en el marcador cuando el encuentro llegaba a la conclusión, Javi Ontiveros, como así recordaba LaLiga, cogió escuadra y cartabón para colocar el balón en la mismísima escuadra.
El tanto sirvió para vencer al Deportivo de la Coruña por 4-3. Este zapatazo fue la primera gran joya que dejó el marbellí en La Rosaleda, quizás augurando lo que iba a ser en un futuro su tiro clásico y perfeccionado.
El canterano blanquiazul lucía por entonces el dorsal 39, aún con el Málaga en Primera División. El malagueño pasó a ser uno de los escaparates de la entidad de Martiricos.