Lo vengo escribiendo desde hace varias temporadas. La desestructuración del Málaga CF es un riesgo casi inasumible para cualquier mortal lejos del denominado por César Suárez “mundo althaniense”. La famosa frase: “qué gran vasallo, si sirviese a un gran señor”, es palmaria respecto al club de La Rosaleda. Mantengo la esperanza respecto a que Juan Ramón López Muñiz pueda repetir el milagro del ascenso.
Sin embargo creo que el Juanra que todos conocemos no se dedica solo a entrenar, sino también a otras funciones que nadie asume en la entidad malaguista. Así es imposible. Mientras los malaguistas estén en la pelea nada que objetar. Pero veo a Muñiz preocupado con demasiadas circunstancias que no le corresponden como entrenador del primer equipo. Y le veo triste por la ausencia de público en las gradas y la impaciencia de los que asisten al estadio. Porque pese a sus múltiples advertencias sobre la dificultad del ascenso, al parecer incluso hay quienes consideran que deberia se fácil siendo el club con el presupuesto más alto de la categoría.
Sin embargo nada de ésto es así y al equipo junto a su entrenador empiezan a vérsele las costuras. Encefalograma plano en lo futbolístico y cuando se crea una ocasión a base de dejase la piel sobre el campo no hay quien la aproveche. Demasiada voluntad para un plantel construido de prisa y corriendo junto a los retales de tienda de la lamentable campaña liguera anterior. O todo el mundo rema en la misma dirección o el ascenso será una quimera y con ello la supervivencia del club.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo ésto último.