Cuando un árbitro penoso, vergonzoso, chulesco, lamentable, nada ecuánime, contemporizador con el cuadro local y más rápido con las tarjetas amarillas y rojas que Búfalo Bill -demostración de su nulo control del partido- quiere ser el protagonista de un partido, siempre hay un perjudicado. En esta ocasión, el gran damnificado fue el líder de la Liga 123, un Málaga CF que lo tenía todo controlado hasta que el castellano leonés accionó su silbato y su brazo ejecutor tarjeteril.
Tanto fue el cántaro a “De la Fuente Ramos” que acabó por destrozar el encuentro. Primero, porque las dos tarjetas amarillas que le costaron la expulsión a Blanco Leschuk no lo eran, salvo para un inquisidor colegiado que debe desconocer que para saltar uno debe impulsarse primero. Además, vieron tarjetas Adrián, Ricca y Ontiveros, que salvo recurso ganador, misión imposible en este Málaga CF desde hace muchísimas temporadas, no podrán jugar en Gijón. N,Diaye perdió la cabeza tras el segundo gol pamplonica y, tras una trifulca con un rival, fue expulsado con roja directa por un árbitro incapaz de dialogar. Xisco, injustamente también enfiló el camino de los vestuarios por intentar poner paz en la bronca.
Sin embargo, no solo fue el impresentable colegiado el culpable de la derrota blanquiazul. Juan Ramón Lopez Muñiz tuvo el virus de “ataque” de entrenador y ante la presión de los de Arrasate en la segunda mitad realizó un cambio letal para el conjunto costasoleño. Antes del tanto del empate rodillo retiró a Pacheco para incorporar a Lombán y los malaguistas terminaron de entregar la cuchara a los rojillos.
Esa reestructuración del equipo con tres centrales y cinco defensas desconectó al cuadro blanquiazul de forma definitiva del envite. Total, suspenso en otro partido fuera de casa, un solo punto de doce obtenidos. Y la sensación de que no aprobamos la asignatura pendiente de ganar lejos de La Rosaleda.
Pese a todo, ahí sígue el equipo peleando por el ascenso y sin conceder casi nada a los rivales. Ese es el camino, nadie fijo que fuera fácil.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.