Otra tarde gloriosa para el Málaga CF, y van cuatro jornadas seguidas, en un partido muy serio de los blanquiazules. Me lo pasé muy bien, aunque sufriendo, lo que para mí no es novedad, con el triunfo ante el Tenerife. Esto marcha tras el gol de Blanco Leschuk y tres puntos más en la buchaca. La victoria la vi por televisión en la capital inglesa poco antes de entrar en el Coliseum de Wembley, un estadio para la historia del fútbol inglés y europeo. En el Rosewood London, majestuoso hotel británico, disfruté de una tipología de fútbol que estoy seguro, conforme se vayan puliendo algunos mínimos errores, de que va a dar el ascenso al club costasoleño.
A pesar de que al asturiano Juan Ramón López Muñiz le faltaban piezas muy importantes por el virus FIFA, el equipo sobre el terreno de juego no las notó en exceso. El sistema de juego inicial, sus variables durante el partido y los automatismos ya se los ha aprendido todo el mundo de memoria y esto conlleva en el fútbol moderno una gran ventaja. Me sigue faltando mejorar el lateral derecho, lo de no fichar a Jesús Gámez es un error a mi criterio. Y, si se ponen a tiro, un refuerzo para el centro del campo y la delantera. Mientras tanto, el refranero español es sabio y ojalá que frente al Córdoba CF se cumpla aquello de que no hay quinto malo.
Si Muñiz y su grupo consiguen seis victorias y un empate en las tres próximas jornadas la cuestión del ascenso seguirá siendo difícil pero no imposible. La irregularidad de la categoría sería entonces de gran ayuda a poco que cuadrásemos un mínimo de dos victorias cada cinco partidos y algún que otro empate con estos números cada diez encuentros. Pero vayamos poco a poco que esto es muy largo y han de llegar días que no serán de vinos y rosas, como escribe César Suárez.
Por otro lado, ayer vi a la nueva España de Luis Enrique ganar a la Inglaterra, semifinalista del Mundial. Un gran comienzo sin duda alguna y en un marco incomparable. Esto me lleva a preguntarme por qué no jugó Saúl un solo minuto en el Mundial. Mi amigo Fernando Hierro se equivocó en esa decisión.
Rosewood London, un lugar extraordinario para disfrutar de los blanquiazules y seguir sembrando, de paso, la imagen de la Costa del Sol y su capital ahora que unos cuantos ingleses han cambiado de destino.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.