Vaya por delante que el Málaga no mereció perder en el Nuevo San Mamés, pero cuando falta la calidad necesaria para jugar en LaLiga y a ello se une la mala fortuna, pues es imposible ganar. En Nesyri fue el gran protagonista del encuentro frente al Athletic de Bilbao. Materializó el gol que adelantó a los blanquiazules en el marcador y ya con el 2-1 lanzó el penalty, que Kepa rechazó con una parada descomunal.
Error de quien permitió que el marroquí tirase, pues tal y como estan los malaguistas de necesitados era un penalty para un jugador más experimentado, no para un recién llegado. Una cosa llevó a la otra y, fruto de su nerviosismo tras fallar la pena máxima, en su ímpetu por volver a marcar, terminó expulsado por no retirar a tiempo el pie en una acción de peligro con Kepa.
Los de González jugaron 15 minutos primorosos de fútbol. Sin embargo, después del primer tanto, los blanquiazules desparecieron de San Mamés. No funcionó nada en defensa, donde hubo fallos garrafales en ambos goles. Puedo decir sin miedo a equivocarme que hasta Roberto Jiménez estuvo indeciso y cabreado con la defensa toda la primera mitad.
En la segunda parte, el Athletic de Bilbao se vio impotente para retener las embestidas blanquiazules. El cambio de marcha de los andaluces se unió a un apagón de luces de Beñat y, especialmente, de Lekue. Pero, al contrario ?e lo ocurrido en la primera vuelta, fue insuficiente para al menos empatar el partido. Una derrota que deja al Málaga agonizante y al borde del descenso a la Segunda División.
Pero no hay de qué preocuparse, ya que la familia Al Thani ha dejado entrever que tienen un proyecto para regresar a la categoría de oro del fútbol español en breve. ¡Miedo me da!. La última vez que dijeron algo similar fue aquello de que "lo mejor está por venir". Y el club está al borde del descenso.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.