CONDENAR LA BARBARIE Y A LOS TERRORISTAS DEL ISIS. ORGULLOSO DE BARCELONA Y DE MI PAÍS

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Pasarán los siglos e incluso es posible que el cambio climático deje una semblanza geográfica y demográfica de España muy diferente. Lo que desde luego nunca cambiará será la reacción unánime del pueblo español y sus dirigentes cuando una amenaza exterior se cierne sobre nosotros. Da igual qué cuestiones nos separen, dividan o enfrenten; incluso el momento por el que discurran con dificultad las relaciones entre el Estado y las Comunidades Autónomas. Si hay una agresión de cualquier tipo, por pequeña que sea, el pueblo español, de forma solidaria, reacciona ante esta como no puede ser de otra manera: unido y en pos de la defensa de la democracia y la libertad.

 

Lo que ha ocurrido en la tarde del jueves en Las Ramblas, en Barcelona, ha vuelto a poner de manifiesto esta realidad solidaria e insondable a través de los tiempos. La barbarie del ISIS ha de ser condenada duramente, sin paños calientes y esperando que las Fuerzas del Orden puedan reducir a la mínima expresión sus células en cualquier punto del territorio español. Y, de paso, pidiendo a los jueces que apliquen la ley sin miramientos, haciendo valer con ello el esfuerzo de nuestros cuerpos de seguridad y no minimizándolos.

 

El problema de los Imanes que instan en las mezquitas y en otros lugares menos religiosos a nuestros jóvenes españoles de origen magrebí a atentar contra aquellos ciudadanos que comparten con ellos una misma nacionalidad y respetan sus creencias debe ser solucionado.

 

En Cataluña y en Andalucía, lugares de acogida con los brazos abiertos a cualquier tipo de personas sin menoscabo de su condición religiosa, raza o ideales políticos, cosmopolitas como son, el atentado de Barcelona es, a la par que injustificado, de una irracionalidad insultante. Los españoles hemos aceptado que con nuestros impuestos se ayude a los emigrantes de origen árabe o marroquí más necesitados.

 

Somos un país de emigrantes y sabemos lo que significa pasar por una situación como la de abandonar tu país de origen con tu familia por no tener cubiertas las necesidades mínimas para sobrevivir. Pero nuestros abuelos también fueron agradecidos con sus países de acogida, cuyo trato distó mucho del que por fortuna podemos dar a quienes llegan al nuestro en la actualidad.

 

El atentado de Barcelona es execrable y condenable. Sin embargo, yo me siento hoy orgulloso de mi país, de la reacción solidaria de nuestros gobernantes con una parte de la piel de toro tan importante como la Ciudad Condal. Los barceloneses han reaccionado solidariamente con todo aquel que lo ha necesitado en estos duros momentos y han recibido el apoyo unánime de toda España.

 

Hoy solo queda estar con las familias y seres queridos de las víctimas, además de desear una pronta recuperación a los heridos. Pero desde mañana mismo urge explicarles a nuestros españoles de origen magrebí o marroquí que España es un país libre y democrático. Que nuestra ciudadanía es solidaria, acogedora y que les respeta como españoles de pro, pero que de ningún modo se va a doblegar ante nada ni nadie que quiera por la fuerza de la sangre imponerles un modelo de vida diferente y antidemocrático.

 

Me siento orgulloso de mi país, me solidarizo con las víctimas (q.e.p.d.) y condeno el atentado del ISIS en Barcelona, la libre y cosmopolita CIUTAT DE BARCELONA.