Una vez más, el Málaga demostró frente al conjunto de Sampaoli que la dinámica que inició con el triunfo en El Molinón se mantiene y va in crescendo. Anoche sumó una nueva faceta a sus triunfos, el de remontar partidos ante rivales de enjundia que juegan con automatismos muy desarrollados y una intensidad a prueba de bombas.
Los de la capital hispalense mostraron sus virtudes habituales pero carecieron del suficiente orden en el centro del campo para superar la dupla Recio-Camacho. Esta, conforme pasaban los minutos, encontró en Pablo Fornals el toque justo de seda natural para hacer temible los contragolpes blanquiazules. Ahí la conexión Ontiveros-Sandro terminó por ser letal para los de Híspalis.
Los de Míchel -un entrenador con todas las letras parece andar suelto y, por fortuna, los grandes no se han dado cuenta- empiezan a convertir en una costumbre ganar a los grandes. Empezando por el Barcelona, que pese a su rabieta dialéctica puede haber perdido Laliga en La Rosaleda. Por otro lado, un Valencia venido a menos fue un pelele en manos de los malaguistas. Y el Sevilla, que casi se ha despedido en la capital de la Costa del Sol del acceso directo a la Champions League, acabó desesperado ante las contras malacitanas en la segunda mitad.
La afición blanquiazul vive un momento dulce y disfrutó de un gran partido de su equipo. Un golazo de Fornals y otro de Sandro, que mantuvieron a los costasoleños con vida primero y con velocidad de crucero después, fue suficiente para contrarrestar los de Franco Vázquez. En medio de la locura colectiva apareció incluso Llorente para marcar un tanto de cabeza, ¡¡¡Sí!!!, el Llorente que ustedes imaginan. Míchel y sus milagros. El partido lo cerró un gol de Juankar tras rechazar Sergio Rico un lanzamiento de penalti de Sandro, que de vez en cuando incluso falla.
Éxito rotundo del Málaga -ya tiene 42 puntos, es decir, permanencia matemática por derecho propio cualquier otra temporada- que está poniendo las bases para recuperar toda la ilusión de su parroquia para el próximo ejercicio. Es tanta la felicidad que de Al Thani, Luis Enrique y del metepatas de Piqué no me sale de las entretelas escribir hoy.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.