Desde anoche hay dos cosas muy claras en el Málaga del Gato Marcelo Romero. La primera, que el uruguayo ha conseguido que los futbolistas bajen al barro cuando es necesario hacerlo para ganar o no perder un partido. En otras palabras, el conjunto ha recuperado la intensidad y, aunque con escasa fortuna, mira más a la portería contraria que hasta hace algunas jornadas.
La segunda, que el técnico blanquiazul no termina de saber leer los partidos una vez iniciados. En El Sadar, tal y como discurrió el encuentro, lo último que había que hacer era entrar en el juego embarullado, tosco, a ras de hierba, de choque y casi violento que propuso el equipo rojillo. Y el equipo costasoleño entró a la propuesta navarra con ardor, ganas y sin amilanarse, pero olvidando que la calidad entre uno y otro conjunto es abismal.
Sin embargo, el Gato no se dio por enterado y sólo propuso un fútbol más técnico y al contragolpe en la recta final del envite con las incorporaciones de Keko y más tarde de Ontiveros. Que Marcelo Romero no se diese cuenta de lo desajustado de la defensa rojilla, que no se replegaban de forma adecuada y sus coberturas eran un desastre entre los extremos y los laterales, es una señal preocupante. En esas condiciones mover el esférico con paciencia hasta encontrar el camino del gol y abrir los espacios a la zaga defensiva adversaria es, además de necesario, sencillo. Pero en el banquillo nadie fue capaz de verlo y mucho menos ordenarlo por lo que el partido, pese a las oportunidades de los unos y los otros, se difuminó en un ida y vuelta sin sentido. La cara o la cruz fue por barrios para que la moneda se quedase al final de canto.
Lo mejor de anoche fue ver a un Demichelis -en ocasiones con excesiva suficiencia, lo que costó el empate- entenderse a las mil maravillas con Luis Hernández. Dos recién llegados que lo han hecho mejor en un partido, rival al margen, que casi todos los demás defensores el resto de la temporada a excepción de Miguel Torres. Y un Kameni otra vez en salvador evitando el segundo gol osasunista en la última jugada del partido.
Lo peor en El Sadar volvió a estar en la mala racha del equipo, que sigue sin ganar, y en un banquillo que empieza a quemar a su titular. Cuatro partidos, ninguna victoria y un solo punto desde la salida de Juande Ramos no es una buena carta de presentación para Gato Romero. Y son números de descenso de continuar por este camino. ¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.