WELIGTON, EL MARISCAL DEL ÁREA, GRAN HONOR AL GUERRERO 

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 Weligton Robson Pena de Oliveira, el mariscal de la defensa malaguista. Desde que llegó procedente del Grasshopers suizo al Málaga CF en el año 2007 de la mano de Fernando Sanz y Juan Ramón Muñiz se ha erigido como uno de los mejores zagueros de la historia blanquiazul.

 

 Cuando llegó a la capital de la Costa del Sol pocos apostaban por su posible continuidad en Martiricos. Defensa de un club suizo y para un conjunto malacitano que aspiraba al ascenso desde la Segunda y en pleno proceso concursal. Sin mucha corpulencia, sin demasiada masa muscular en las piernas, delgadez y endeblez aparente para una Liga como la española.

 

 Pero pronto evidenció sus cualidades: buena colocación, buen juego áreo, con habilidad y rapidez en el control del esférico, con gol en las incorporaciones a balón parado, y expeditivo, defensa rudo donde los haya frente a estrellas como Messi, Fernando Torres o Benzema. Protagonizó duelos sonados con futbolistas como Messi o el propio Cristiano Ronaldo que merecieron páginas y páginas en la prensa nacional a la par que elogios en la local.

 

 Pero, sobre todo, Weligton, mi amigo, uno de los que sí tengo dentro del vestuario, ha demostrado todos estos años ser como los buenos vinos de reserva conservados en bodega, que mejoran con el tiempo. El brasileño -aún no ha dejado el vestuario blanquiazul aunque sí su ficha para otro futbolista extracomunitario, va a dejar un poso de su vino para la historia del malaguismo y de los capitanes históricos del club costasoleño.

 

  Ahora que está de moda ponerle nombres a las puertas de La Rosaleda me da en la nariz que faltan unos cuantos: José Antonio Gallardo, en primer lugar; y después, Américo, Antonio Mata y desde ayer Weligton. Sacrificarse por el bien del equipo cuando tu retirada por culpa de una maldita lesión es irreversible supone una de las muestras más grandes de malaguismo que uno recuerda. Si a ello unimos que se ha dejado el alma en el campo en cada partido y que ha hecho lo indecible por poder volver a jugar o al menos tener la oportunidad de despedirse de la afición, hemos de convenir que merecimientos ha hecho de sobra para ser reconocido como tal.

 

  Puedo dar fe de que en momentos muy difíciles para el club y sus compañeros él siempre abanderó la unión del grupo. Dialogó con todas aquellas personas que en su opinión tenían la capacidad de sumar cuando las cosas parecían imposibles para la supervivencia del Málaga CF tanto deportiva como económicamente. Y fue capaz de anteponer el bien colectivo al individual también en el más complicado momento de la trayectoria deportiva para un futbolista, la hora del adiós.

 

   Merece Weligton esa puerta y el reconocimiento de todo el malaguismo por haber sido tantas temporadas el mariscal del área y haber luchado como tal en su última batalla deportiva. ¡Gran honor al guerrero!, tremendo respeto a la persona y al amigo.