He querido escribir estas líneas antes de que Javi Gracia pise por última vez la sala de prensa de La Rosaleda con la intención de despedirse del malaguismo. Adiós con el corazón para un técnico que llegó siendo muy criticado y que se va siendo uno de los mejores que han pasado por Martiricos, esto último es opinión pero también información, me remito a los varios récords que el navarro ha superado o igualado desde que llegó en mayo de 2014.
Javi Gracia era el entrenador perfecto para los blanquiazules. El navarro ha sabido combinar humildad y ambición en un club que había pasado de tocar el cielo con Pellegrini a rozar los esperpéntico con Schuster. Su virtud principal ha sido que no ha necesitado elevar la voz para ganarse el cariño de una afición que en su gran mayoría le apreció bastante e incluso le perdonó que el equipo fuese colista en noviembre y la racha que se vivió entre la despedida de la pasada temporada y la que acaba de terminar, sus peores momentos en la Costa del Sol. Se va, es así. La oferta del Rubin Kazan le proporcionará hasta cuatro millones de euros por temporada algo irrechazable para quien estaba más cerca de segunda que de primera hace unos años.
El malaguismo ya asume otra perdida más. Este club y esta afición empiezan a acostumbrarse a las despedidas. Es como si ya estuvieran anestesiados después de tantas. Cazorla, que abrió la lata de lo que sería el declive de la época de las estrellas, Monreal, Isco, Toulalan, Willy Caballero, Antunes, Amrabat y algunos más. La vida sigue por Martiricos y como bien dice el cántico, que tanto Malaka Hinchas como Frente Bokerón emplean, pasarán los años, pasarán los jugadores y entrenadores, pero lo que nunca pasará es la pasión a unos colores.