“En el fútbol pasas de monja a prostituta en cinco minutos”. La frase no es mía, es de un tal Joaquín Caparrós cuando era entrenador del Deportivo de la Coruña. Cuánta razón en tan pocas palabras. Javi Gracia ha pasado de una esquina de la calle a un convento, en un mes de diciembre que ha sido trepidante para los blanquiazules que han conseguido estar siete jornadas sin perder, sumar cuatro victorias consecutivas y acabar la primera vuelta con 24 puntos cuando hace apenas unos días eran el colista con 11. Algún sector de la afición quería y, esto sí que no se entiende, sigue queriendo la cabeza del entrenador navarro; pero lo cierto es que el técnico blanquiazul vive quizás su mejor momento dentro de la entidad de Martiricos. Incluso mejor que cuando la temporada pasada rozaba las posiciones UEFA al final de la primera vuelta. Sin Husillos y Casado, Gracia tiene plenos poderes y se ha convertido en uno de los baluartes del Málaga CF. Sin duda, el primer acierto de Arnau y de los asesores del jeque Al-Thani en esta nueva, la cuarta ya, etapa del club.
Me siento orgulloso de haber confiado en una persona que con sus errores y virtudes es uno de los mejores preparadores de la Liga. Y no lo digo solo yo, también la propia competición que le ha designado como mejor entrenador del mes de diciembre. Gracia ha rectificado, ha revisado sus pensamientos. Amrabat ya juega en banda, Tissone ha desaparecido de los onces, Albentosa se ha hecho jefe dentro y fuera del vestuario. Sin olvidar por supuesto la labor de Camacho estandarte del equipo en el césped y fuera de él. Ahora estaría bien que, pase lo que pase en los partidos venideros, muchos también rectifiquen su opinión sobre el navarro. No queremos más guerras civiles, el club es un balsa de aceite, que siga así.