APRENDIENDO CLASES DE MALAGUISMO

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@SuarezRMarca | Lo estoy flipando. Desde ayer, lo estoy flipando. Vale que hace mucho que dejé de ir a clase. Pero no sabía que ahora se impartía una nueva asignatura: Lecciones de malaguismo. Menos mal que no estoy en el colegio porque me hubieran expulsado, pues sería como oír a un analfabeto hablando de la ingeniería de la cinética química. Y es que no salgo de mi asombro ante la definición de malaguismo que han hecho desde el Málaga -perdón, desde la Entidad- para responder a Darder porque el chaval equivocó -y de qué manera- las formas, o porque quieran limpiar su conciencia al malvenderlo -como han hecho con tantos otros- porque el diablo apretaba con sus zarpas.

 

“Son malaguistas los jugadores que están defendiendo su camiseta o lo han hecho con orgullo y honor, así como los dirigentes y propietarios, cuyo único interés es el bien general, la estabilidad, viabilidad y crecimiento de la Entidad, que está por encima de sus profesionales y aficionados, a los que unen un escudo y unos colores”.

 

Bravo, qué bonito, qué bien queda utilizar palabras como orgullo y honor en una frase… ¿Quién ha escrito esta cantidad de sandeces? ¿Quién intenta impartir magisterio sin ni siquiera tener el título de profesor? ¿Quién le va a dar lecciones de malaguismo a los que durante años han sufrido con las penurias de un club que desapareció, renació cual Ave Fénix, volvió a caer, a oler el miedo de otro adiós prematuro, y ha pasado -está pasando- las de Caín tras la descapitalización sufrida? ¿Quién?

 

No me hace ni pizca de gracia, es más, me da hasta rabia y pena leer que el único -sí, el único- interés de los dirigentes y propietarios “es el bien general, la estabilidad, viabilidad y crecimiento de la Entidad, que está por encima de sus profesionales y aficionados”. Ni los niños de parvulito se creen ese malaguismo trasnochado. Los directivos están ahí porque les pagan un muy buen sueldo por hacer su trabajo y, obviamente, quieren mantenerlo. Como cualquier mortal, vamos, como tú o como yo. Pero no es una ONG. Y los propietarios, aquellos que se autodefinen como “los más malaguistas del mundo entero” aunque me sobren dedos para contar las veces que han visto un partido en La Rosaleda, están ahí porque… bueno, están ahí porque se les ha puesto en sus narices no bajarse de la burra y algún beneficio sacarán de esto, digo yo, ya sea en Málaga o en su amada Londres.

 

Pero con lo que no se puede jugar es con el sentimiento de miles de personas, ofendidas gravemente con esas palabras. Veréis, si una persona pierde el alma, ¿qué queda de ella? Nada. Pues si un club de fútbol pierde a sus aficionados es como si perdiera el alma. ¿Qué sería de él? NADA. ¿Cómo va a estar un club, una entidad, por encima de quienes lo forman, de quienes componen su esencia vital? Sin su afición, el Málaga, ni ningún otro club, es nada. Por eso el Málaga no puede estar por encima de su afición, porque su afición es el Málaga.

 

Me da que quienes aprobaron la publicación del comunicado se creen por encima del bien y del mal. O es que viven en esa realidad althaniense en la que hay que adorar sí o sí a los salvadores y redentores del club. Que se bajen de la burra a la de ya. Los jugadores, los técnicos, los directivos, los propietarios van y vienen. Los únicos que se quedan en un club son los aficionados. Por eso deberían aprender que con el malaguismo no se juega, que no vuelvan a usar el nombre del malaguismo en vano.