Lo podéis llamar como queráis. Justicia poética, destino, suerte. Pero Javi Gracia volvió a sonreír y a respirar hondo. A sentirse satisfecho de un trabajo complicado que está realizando en la sombra y que podía haber sido mucho más fácil si algunos no hubiesen hecho la guerra por su cuenta este verano. Pero ya lo dijimos en la radio durante toda la semana, olvidemos el pasado, al menos hasta que no haya que recordarlo para buscar culpables y dueños de errores, cosa que verdaderamente espero y creo que no pasará.
El partido ante la Real Sociedad es la primera piedra de muchas que habrá que poner para levantar el muro de la permanencia. El Málaga necesitará más, mucho más, si no quiere que pronto el agua vuelve a cubrir la cabeza de todos. Seamos sinceros, el partido de los blanquiazules y el resultado del encuentro quizás no vayan de la mano, yo diría que casi sin el quizás. La Real Sociedad tiró más sobre la portería de Kameni, dominó más la pelota en el centro del campo y en todas las zonas posibles, y posiblemente mereció más ante un Málaga que hizo lo que tenía que hacer, meter gol.
El fútbol es así. No sé si Moyes se curra mucho o poco su equipo en San Sebastián, pero en Málaga hay un tipo al que algunos han querido fusilar tras el arranque liguero y que dedica muchas, a veces diría que demasiadas, horas a levantar un equipo desde cero y en un tiempo récord. Javi Gracia estaba desanimado, ¿y quién no?, ¿qué malaguista no ha estado jodido estos días? Es humano y también se equivoca, claro que sí. El Málaga ya no está en descenso, Camacho podrá jugar casi seguro ante el Valencia, Charles ha destapado el tarro de las esencias y Fornals es un soplo de aire fresco tan necesario como esperado. Ya llueve menos, la soga aprieta menos, pero quedan muchas batallas por librar en un año que va a ser durísimo.
