En el fútbol, como en la vida, la paciencia es una gran virtud que nos diferencia del resto de los animales irracionales. Esto último, a veces, no cuadra demasiado con ciertos individuos del planeta.
Anoche, el Málaga CF volvió a dejarse dos puntos por el camino en La Rosaleda. Cierto es que, al contrario que frente al Sevilla FC, dispuso de menos ocasiones, y una vez más la que tuvo buena la mandó al limbo Charles. Como siempre está en la boca de gol es de esperar que cuando se le acabe el mal fario se hinche a meter goles. Por el contrario, cedió menos oportunidades al adversario en defensa pero las que concedió fueron peligrosas.
Sin embargo, lo realmente preocupante es que el juego blanquiazul fue demasiado plano, carente de ideas y sin maniobras de distracción para la zaga visitante. El Eibar sólo tuvo que preocuparse de Amrabat, el mejor de los malaguistas, y de un enorme Boka por su lateral en la primera parte. El resto no dio señales de vida con lo que la noche para el cuadro de Mendilíbar fue casi placentera.
Podría decir entonces que sólo dos puntos tras tres encuentros disputados, dos de ellos en casa, es pobre bagaje. Si añado que el Málaga CF aún no ha marcado un gol legal se puede asegurar que se encienden todas las alarmas.
Pero en ambos casos sería demagogia pura. El cuadro de Javi Gracia ha jugado contra dos de los grandes de la Liga, Sevilla FC y FC Barcelona, además de hacerlo contra el equipo revelación de estas tres primeras jornadas. Además, es un conjunto en formación del que han sido traspasadastodas sus estrellas de la temporada pasada menos Amrabat e Ignacio Camacho -cómo se le echa de menos debido a su lesión-, y que por lo tanto no se le puede juzgar todavía. La paciencia tiene que durarle a la afición malaguista hasta la jornada diez, donde el calendario se vuelve más benévolo con su equipo. Esta temporada es eso o no será nada.
