Cuando hace algunas jornadas sellamos virtualmente la permanencia en la hasta ahora denominada Liga de las Estrellas, realicé varias preguntas a través de estas líneas y de las ondas e internet en MÁLAGA FM – RADIO MARCA.
Lo primero que hice fue preocuparme por si el equipo y el club en su conjunto adoptaban la actitud complaciente y conformista que en su día tuvieron Fernando Sanz, como presidente; Antonio Tapia, como entrenador; y los jugadores, como protagonistas directos de la historia. La segunda fue preguntarme si el club, como entidad, quería jugar en Europa la próxima temporada. Y la tercera, si se sabría explicar a los futbolistas lo interesante de jugar en la Europa League, aunque sólo sea para que nos respeten de nuevo, debido a los nuevos ingresos por disputar esta competición y el premio, para nada menor, de poder jugar en la Champions League por esta vía.
Varias semanas después los jugadores han demostrado en varias ocasiones que lo de ir o no a Europa les resulta indiferente. Los teóricos dirigentes del día a día del club no han dicho esta boca es mía y no han sabido incentivar a los jugadores. Y Javi Gracia, definitivamente, no da con la tecla para mantener el estado de competitividad de sus hombres.
La resultante son partidos tan deplorables, lamentables y penosos como el de anoche. Un club que debería estar cuasi descendido por su nivel futbolístico fue capaz de pasar por encima del Málaga CF. El estado de relajación en el que está el equipo es grave, pero lo peor puede llegar la próxima temporada. Sí, porque una vez acostumbrados a no trabajar, cuando quieran hacerlo la próxima temporada estaremos en Segunda División. Lo de anoche es exactamente lo que me temía, más vale que este suplicio cambie pronto.