Aún recuerdo como si fuese ayer aquel 10 de julio de 2007. Un desconocido Weligton Robson Pena de Oliveira firmaba por el Málaga CF, llegaba procedente de Grasshoppers de Suiza donde se había proclamado mejor central de la liga helvética. Aquel Málaga estaba en una brutal reestructuración comandada por Muñiz, una de las mejores cosas que le han podido pasar al equipo blanquiazul en su historia, excelente director deportivo, excelente entrenador y excelente persona, pero creo que ese tema lo guardaré para otra columna de opinión, o quizás para dos.
Weligton es increíble, a sus 35 años se mantiene totalmente en forma y es capaz de superar lesiones, volver y hacerse con la titularidad sin problemas como ha ocurrido esta temporada. Central robusto, ni rápido ni lento, con una buena salida de balón y un auténtico muro en el juego aéreo. Además de todo esto, es uno de los dueños del vestuario de Martiricos que capitanea junto a Duda, otro jugador que bien merecería que escribiera unas buenas líneas sobre él.
La renovación de Weligton es acertada, es un éxito. A pesar de no estar al 100% ha conseguido llegar fácilmente al reto que el club le propuso, 25 partidos para otra temporada más de contrato a la que el central brasileño (manda bemoles el tema de la nacionalización) llega como si un canterano se tratase. Quizá no sea un jugador modélico, quizás no sea el tipo más carismático que pasó por el Málaga CF en su historia, pero nadie podrá dudar de que en los libros de historia del fútbol en la Costa del Sol, el nombre de Weligton aparecerá con letras doradas. Por otra temporada más, por otro año siendo el dolor de cabeza de los Messi, Diego Costa e Ibrahimovic de turnos. Brindo por él, brindo por el ‘vovô’ brasileiro.
