Cada vez resulta más evidente que el cuadro de Javi Gracia terminó el 2014 con las reservas físicas muy al límite. No se trata de una mala planificación pero hasta el parón navideño los números del Málaga CF eran excepcionales y su posición en la clasificación, si nos atenemos a los goles conseguidos, una especie de rentabilidad volátil al alza en la Bolsa.
La venta de jugadores sin demasiado peso específico sobre el terreno de juego, al menos en apariencia, pero con un reconocimiento como hombres de grupo en el vestuario de mucha enjundia -Roque Santa Cruz, por ejemplo-, parece haber causado un daño importante.
El mensaje del director deportivo, Mario Armando Husillos, de la no obligación de clasificarse para Europa, la salida de Antunes y el recado a Sergio Sánchez, así como el anuncio de nuevos fichajes ya realizados para la próxima temporada, han relajado en exceso a los jugadores.
La guinda al pastel la ha puesto el pasado viernes la denuncia civil de una de las empresas del Grupo BlueBay al presidente de la entidad malaguista por apropiación indebida. Sin entrar en quién lleva o no razón, aunque la demanda y los datos y protocolos de escrituras inscritas en diferentes notarías no dejan en buen lugar a Al Thani, está claro que sin paz institucional todo se complica mucho más.
Ahora, además, la afición malaguista, castigada en exceso por Javier Tebas, Roures y las televisiones con los puñeteros horarios, empieza a desertar de asistir al estadio de La Rosaleda. Mala cosa porque aunque la salvación matemática está sólo a nueve puntos y queda toda la segunda vuelta, si la deriva de este 2015 permanece, esos nueve puntos por sumar van a parecer la conquista del pico más alto del Everest escalada a pleno pulmón.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.