De las muchas cuestiones que se pueden decir del encuentro frente al Córdoba, la primera de ellas debe ser una reflexión seria sobre el entrenador malaguista, Javi Gracia. Está consiguiendo, pese a la cantidad de futbolistas que tiene en el vestuario, que todo el mundo esté implicado en el objetivo
del grupo y de él mismo. En el estadio cordobés realizó varios cambios importantes en el once inicial y en todos los casos las nuevas incorporaciones respondieron con eficacia y brillantez, unido a un destacable esfuerzo solidario de todos ellos. Jugando así es evidente que se puede perder o ganar porque esto es fútbol, pero al adversario se le obliga a realizar un esfuerzo descomunal para derrotar a los blanquiazules.
Mención aparte merece Recio. El canterano está demostrando que su periplo por Granada le ha dado un empaque y un nivel defensivo del que carecía en su juego. Todo ello, junto a su indudable calidad técnica, le concede un sitio natural en el once inicial que Sergi Darder ha perdido justo por lo contrario. El gran gol de Samu, el 1.200 del club en la Liga de las Estrellas, tanto por el esfuerzo estirando la pierna como por el desmarque, tumbó mentalmente al cuadro de Ferrer, que tácticamente fue un muñeco de trapo en manos de Javi Gracia.
La jugada del penalti a Juanmi mereció la roja para el guardameta del cuadro local y el partido se cerró definitivamente con el gol de un Amrabat mucho más parecido al de la temporada anterior, afortunadamente para él y para su equipo. La segunda parte nos dejó claro que el asunto del gol y las ocasiones que no se materializan sigue siendo una asignatura pendiente en la que hay que seguir trabajando. El gol del Córdoba es un ejemplo de lo que escribo aunque ya no tuviese trascendencia.
Dulce resaca y a ganar el domingo al Rayo Vallecano, un triunfo que dejaría a los malagueños soñando con mejores cosas que la permanencia… pero hay que ir paso a paso.