LOS GESTOS DE AMRABAT SOBRAN

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Todo futbolista tiene derecho a enfadarse cuando el entrenador decide sustituirle. Es lícito y demuestra su carácter competitivo. Pero hay formas y formas. Y las de Amrabat ante el Granada no se deben consentir. Una cosa es que hayas venido como la estrella del equipo; otra muy distinta es que ahora mismo lo seas. Y la estrella de Amrabat no luce como debería.

 

No ha venido en forma y se nota. Por eso Gracia, con buen criterio, lo dejó en el banquillo en los primeros partidos. Luego sí le dio la alternativa como titular, pero a la vista está que aún le falta mucho para ser el jugador que nos dio media salvación la pasada temporada. Y por eso el técnico lo sustituyó al descanso en Getafe y lo quitó ante el Granada.

 

Insisto en que molestarse está bien. Pero sus gestos desde el momento en el que vio su dorsal en la tablilla electrónica del cuarto árbitro sobraron. Primero, señalándose repetidamente a sí mismo como no creyéndose lo que estaba viendo. “¿Yo, en serio, yo, venga ya, yo, cómo me vas a quitar a mí, a mí?” Luego, mientras el público se encendía cada vez más porque tampoco entendía el cambio, le puso muy mala cara al entrenador, al que algo le llegó a decir -Gracia no le hizo caso-. Y no contento con ello, lanzó la camiseta a la grada con furia antes de sentarse en el banquillo a seguir jurando en arameo.

 

Debe ser el karma o algo similar pues su sustituto, Samu Castillejo, levantó el partido con jugadas de gran clase, aportando todo lo que Amrabat, más pendiente de discutir con el árbitro y de jugársela él solito, no fue capaz.

 

Más le vale a Nordin que, antes de culpar a Gracia y de echarle a la afición a la cara, se mire el ombligo y vea que si no quiere ser sustituido, si quiere ser la estrella que es, se ponga en forma y lo demuestre en el campo con goles y asistencias, no con gestos de cara a la galería que fastidian, y mucho, al resto de compañeros. Sólo así verá Amrabat que no lo cambiarán más veces.