Se está produciendo estos días en el Málaga un debate peculiar pero con todo el sentido del mundo. Los dirigentes malaguistas están buscando un entrenador para la próxima temporada, y lo que parecía claro, la salida de Schuster, empieza a convertirse en un culebrón de verano con ciertas aristas más que desagradables.
La primera de ellas viene dada por la mala sintonía entre el director deportivo, Mario Husillos, y el propio Schuster. Todo apunta a que Husillos saldría del club si el alemán continuara en el banquillo costasoleño, tal como sucedió la pasada temporada.
Los beneficios de otro año más del actual técnico al frente de la nave malacitana son varios: básicamente, se traducen en el conocimiento de la plantilla, de los principales rivales en el campeonato, así como su experiencia y currículum en la Liga como jugador y entrenador. Y todo ello junto a un balance de objetivos cumplidos en cada uno de los clubes en los que ha estado, incluido el propio Málaga.
En paralelo, suenan otros nombres para el banquillo, pero ninguno de ellos ha ganado una Liga como la española ni tienen un historial superior al germano. Es, por lo tanto, necesario reflexionar antes de tomar una decisión sobre el máximo responsable de la plantilla en el día a día, y que pueda empeorar la actual situación del equipo.
Como siempre, aplicar el sentido común es el menos común de los sentidos.
