@SuarezRMarca | El golpe de realidad que sufrió el Málaga en Riazor tras su derrota ante el Deportivo ha hecho que la ilusión por la permanencia se desvanezca por completo. El vestuario era un funeral después del 3-2 -mismo resultado que en la primera vuelta- que deja al Deportivo a 6 puntos de distancia y con la salvación a un mínimo de 11 a expensas de lo que suceda en el Levante-Las Palmas del lunes.
No es la primera vez que los jugadores malacitanos caen a plomo sobre el césped tras la finalización de un encuentro ni tampoco que hagan de tripas corazón para evitar las lágrimas, pero había puestas muchas esperanzas, todas en realidad, en ganar a los de Seedorf y abandonar el farolillo rojo. La intención era recortar la diferencia para llegar al duelo con el Levante dentro de dos jornadas a tiro de 5. Nada de eso podrá conseguirse ahora, por lo que la desolación era devastadora en las caras de los pupilos de José González.
El propio técnico no tuvo más remedio que reconocer que los suyos estaban hundidos. “La situación es desesperada. El equipo merece más, pero no tenemos premio”. Y aunque los más veteranos, como Miguel Torres, han pedido un último esfuerzo y “no bajar los brazos”, ya nadie cree realmente en salvar la categoría. Ni la plantilla ni el cuerpo técnico ni los seguidores.
