@JuanjeFernandez || La victoria malaguista tuvo algunas claves. Los de Míchel volvieron a tirar de alma, al igual que contra el Celta, para conseguir la segunda victoria de la temporada. Tres puntos que se fraguaron desde el banquillo con los movimientos que el entrenador madrileño realizó durante el choque. La jornada de las resurrecciones bien podría llamarse a lo vivido en La Rosaleda. Jugadores que habían contado bien poco durante el primer tercio de la campaña fueron los elegidos para voltear el electrónico y dejar a los blanquiazules a un punto del descenso a la espera de lo que haga esta noche el Eibar frente al Betis de Setién.
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El equipo blanquiazul se volcó por la banda izquierda de ‘Chory’ Castro. La mitad de los ataques malacitanos circularon por esa banda. El uruguayo fue el alma de un equipo que hasta ayer carecía de ella. Los malacitanos volvieron tener menos la pelota que el rival, una seña de identidad que empieza a ser habitual para los boquerones. Sin embargo, los de Martiricos volvieron a generar más ocasiones que su rival a pesar de tener menos la posesión. Una estadística que no preocupa al entrenador madrileño, tal y como analizó en Radio MARCA esta semana pasada.
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El balón parado fue otro aspecto clave de una victoria clave. Míchel y Pellicer, su hombre de confianza en las jugadas ensayadas, celebraron con rabia el tanto de Rosales. El equipo realizó una concentración de hombres al primer palo para que fuese el lateral venezolano, libre de marca, el que tuviese tiempo de controlar antes de disparar a la portería de Rubén.
Gráficos de WhoScored.com
