«A este Málaga le va la marcha»

Hablo sobre el partido contra el Cádiz con un buen amigo y gran aficionado malaguista que estuvo en las gradas del Nuevo Mirandilla, y sus primeras palabras son para cuestionarme porqué el equipo de Sergio Pellicer vuelve a tirar los primeros 45 minutos para transformarse en la segunda mitad, igualar el marcador adverso e incluso, llegar con opciones de lograr la victoria. Lo único que se me ocurre decirle es que esta película la hemos visto ya muchas veces desde la temporada pasada, que no es casualidad y que Al Málaga Le Va La Marcha. Como en Granada, los blanquiazules tenían una buena oportunidad para pescar en río revuelto que casi desaprovecha por su mal primer tiempo. Como le pasa a los nazaríes, la Segunda división se le está atragantando a los amarillos y sus jugadores cometen errores impropios de futbolistas que hasta hace poco jugaban en Primera división. Había que aprovechar la situación, y menos mal que al Málaga le dio tiempo en la segunda mitad de enmendar los errores de la primera.

Empiezo por la alineación. Si la semana anterior en La Coruña el técnico malaguista realizó cambios previstos en un plan de rotaciones, en esta ocasión los cambios llegaron forzados por la ausencia de Antoñito y Aarón Ochoa convocados con sus respectivas selecciones y a los que se les echó de menos. Los recambios no funcionaron y duele hablar así de jugadores que tienen la oportunidad de reivindicarse y decirle al entrenador que pueden contar con ellos no solo por las bajas de unos compañeros. Definitivamente Sangalli ni está, ni se le espera; Kevin Medina se sigue perdiendo en fuegos de artificio pese a su calidad; Larrubia no desborda y sus imprecisiones en los pases son desesperantes; mientras que Gabilondo fue un coladero. Fruto de todo ello, debe entenderse como normal que el equipo encajara los dos goles y de cabeza de Ontiveros (vaya forma de hurgar en la herida por parte del enemigo número uno de la afición). Otra vez, y perdemos la cuenta, los centros al segundo palo destaparon las carencias del equipo. Descanso, marcador de 2 a 0 en contra y tocaba mover el árbol para mantener algo que es innegable: este equipo, con sus limitados recursos, no baja los brazos y lucha hasta el final contra los rivales y contra sí mismo.

Voy con los aspectos positivos del Málaga. Izan Merino volvió a demostrar que los minutos hay que aprovecharlos cuando el entrenador lo decide, sea de titular o de suplente, tras un periodo sin jugar o teniendo regularidad. Izan hace que las excusas no valgan para esos compañeros que en el césped destacan por su falta de productividad. A día de hoy, no son pocos los jugadores que están muy lejos de ser lo que el equipo necesita para no tener que estar casi todos los partidos remando contracorriente, luchando más de lo normal o tirar de la heroicidad para lograr rescatar un punto o sumar un triunfo.

Además, Puga transmitió más seguridad que Gabilondo, Castel por fin marcó y ojalá gane en confianza, otra vez el ‘Santo’ Herrero resaltó su nombre en el santoral del malaguismo, y dejo para el final el caso de Dioni, todo un ejemplo de profesionalidad. Se le echó en falta en Riazor hasta que ingresó en el campo, y en Cádiz fue un ejemplo de lo que es luchar por defender los colores del equipo de su tierra, de asumir los galones que otros son incapaces de ostentar, de tirar del carro para que sus compañeros vean como un veterano de 34 años es el primero al que seguir y, por qué no decirlo, luchar por la renovación de su contrato. A ver si cuando vayan a plantearle la renovación nos encontramos que a los dirigentes de La Rosaleda se les hace tarde porque, por más que Dioni dé prioridad a ‘su’ Málaga, no deja de ser un profesional que encara la recta final de su carrera y que buscará lo mejor para sus intereses. Al Málaga le va la marcha en el campo, y en las oficinas más.

José Manuel Velasco

Redactor Onda Cero Málaga