@CesarRadioMARCA | Se acabó la temporada 2013/14, la de la transición hacia cotas más modestas, la de dar cinco pasos atrás para ir cogiendo impulso. Se consiguió el único objetivo posible en estas circunstancias, la salvación, y encima el Málaga le pudo agradecer a su afición con una victoria el apoyo constante recibido incluso en los peores momentos.
Ante el Levante no había demasiada historia que contar. Decían los de Caparrós, más para buscar una inexistente motivación, que querían ganar para quedar delante del Valencia. En el Málaga, lo único que incentivaba a muchos era poder despedir a Schuster, caído en desgracia por gran parte de los aficionados a los dos días de llegar, y demostrar a Al Thani que a pesar de su abandono aún se le sigue queriendo.
Y la verdad es que en esta batalla psicológica, por llamarla de algún modo, puso más empeño el Málaga, que se terminó llevando el triunfo con un gol de Portillo -cuánto lo necesita el chaval- y con un sabor agridulce para Casado, que jugó unos minutos en su segundo partido de la temporada y tuvo tiempo para fallar un penalty. Antes, hubo tiempo para demostrar que Schuster se lleva aún peor con los árbitros que con la grada y fue expulsado injustamente. El alemán, por cierto, no cumplió con la promesa de darle minutos desde el comienzo a los menos habituales.
Pero casi que era lo de menos. Porque al final hubo fiesta. Los jugadores lo celebraron desde el césped con una camiseta en la que se leía «gracias afición«. Y allí que se fue Al Thani con ellos, a darse un paseillo triunfal, a recoger aplausos que, esta campaña, quizás estén injustificados por su nula preocupación por el equipo. Pero las mayores ovaciones de la noche, al margen de para Willy -«Willy, quédate«-, Camacho y Weligton, fueron para el jeque. A ver si esto le anima para que deje de agarrarse tanto el bolsillo y se mira la próxima temporada con algo menos de angustia que esta.