Los pies son los encargados de soportar todo el peso de nuestro cuerpo y hacen posible la movilidad locomotora. Sin embargo, pese a la importancia que tienen, suelen ser los grandes olvidados, también en verano, época en la que se cuida más su apariencia como mera cuestión estética, pero en la que es habitual un uso inapropiado de calzado, que puede provocar desde fascitis plantar a hongos.
Como advierten los expertos, el uso del calzado de verano, como chanclas o sandalias, puede causar algunos problemas en los pies como consecuencia del calor, el exceso de humedad o la poca sujeción del pie. «El calzado característico del verano suele ser cómodo, fresco y fácil de poner, pero no ofrece soporte al pie. Especialmente si se utiliza durante un periodo de tiempo prolongado, provoca dolor, rozaduras y lesiones como la fascitis plantar, que supone dolor constante en la parte inferior del pie debido al sobreesfuerzo de los músculos y ligamentos de la zona al tratar de contrarrestar la falta de soporte en el arco del pie», apunta el doctor Juan Carlos Carrera Merino, jefe de la Unidad Biomecánica de la Pisada y de Podología del Hospital Quirónsalud Málaga.
El contrafuerte (parte trasera del talón) y el cambrillón (parte media de la suela) han de ser consistentes; y el resto, flexible pero no torsionable. Es importante que el calzado no sea completamente plano; «el talón debe poseer una altura de dos o tres centímetros. Debido a nuestra anatomía vestigio de la cuadrapedia, la articulación de la tibia con el astrágalo alcanza su óptima congruencia con la altura mencionada. Es por ello que, en verano, debido al calzado típico, aumenta la incidencia de dolores posteriores del pie (talalgias tensionales); así como del medio pie (fascitis, miositis, etc.)«, expone el especialista.
Las chanclas, por ejemplo, se recomiendan solo para la playa y la piscina, no para caminar sobre el asfalto y mucho menos para paseos largos. Descatalogadas las chanchas para caminar, el cirujano del pie apoya el uso de calzado abierto para mayor frescor y ventilación de los pues, pero siempre que ofrezcan la sujeción adecuada. «El calor fundamentalmente produce dilatación de las partes blandas lo que nos hace sentir incómodos continuamente si el calzado no es el adecuado, por eso, debemos considerar el uso de calzado que se adapte bien sin apretar pero que sujete el pie adecuadamente«.
El especialista también reflexiona que los pies vuelven a ser grandes olvidados a la hora de protegerlos del sol e insiste que, si estamos descalzos en playa o piscina o si usamos calzado descubierto propio del verano, debemos aplicar también en los pies factor de protección solar como en cualquier otra parte del cuerpo expuesta.
Por otro lado, si en esta época del año se prefiere utilizar un calzado cerrado, hay que elegir zapatos transpirables, usar calcetines para evitar las rozaduras y en caso de sudoración excesiva, cambiarlos a menudo; el pie debe estar siempre limpio y seco el mayor tiempo posible.
La sudoración es normal que aumente en época estival, aparte de por el calor, debido a que la transpirabilidad del calzado casi nunca es adecuada. El exceso de calor en los pies hace que aumente la sudoración y, por lo tanto, el riesgo de infecciones por hongos, como el pie de atleta, además de ampollas y rozaduras como consecuencia del roce constante y de la humedad que se acumula en esa zona, por lo que «es importante que el material del calzado sea transpirable, si no es así, se produce condensación interna y aumenta el nivel de humedad y calor, factores suficientes para el desarrollo de los temidos hongos, infecciones fúngicas, como el pie de atleta; víricas, como la papilomatosis; o bacterianas«, apunta el doctor Juan Carlos Carrera. Los materiales naturales, como el cuero, el algodón o la lona, son las mejores opciones, puesto que se adaptan perfectamente a los pies, son flexibles y permiten la transpiración. Se deben evitar materiales plásticos que pueden provocar lesiones en la piel.
En el caso de que exista hiperhidrosis, que es el aumento por encima de lo normal de la sudoración, las recomendaciones son las mismas, añadiendo tratamientos específicos según la causa: hormonal, neurológica, idiopática… Se recomienda visitar al podólogo se si encuentra en esta situación. En general, es importante acudir al podólogo si se tiene alguna alteración en los pies, sobre todo las personas que sufren diabetes, o aquellas que tienen deformidades osteoarticulares como juanetes, callos o dedos de garra, para poner el tratamiento adecuado y evitar problemas más graves, como úlceras; heridas de difícil cicatrización que pueden hacerse crónicas y que con el calor empeoran considerablemente. El doctor Juan Carlos Carrera Merino, profesor de Patología y Cirugía del Pie del New York College of Podiatric Medicine de Nueva York y con Especialización Internacional de Cirugía del Pie por la Universidad Complutense Madrid, lidera la innovadora Unidad Biomecánica de la Pisada y de Podología de Quirónsalud Málaga, con técnicas indoloras, ambulatorias y completamente resolutivas, como plantillas inteligentes personalizadas 3D, quiropodia y cirugía mínimamente invasiva, con asesoramiento y tratamientos específicos para niños y deportistas, todo ello para mejorar la salud y el aspecto de los pies, no solo para lucirlos en verano, sino para caminar correctamente sin molestia alguna.