A perro flaco, todo son pulgas normalmente. Sin embargo, dentro del surrealismo que suele vivir el Málaga CF, también hay cosas positivas. En este caso, y a pesar del empate ante el Villarreal B, uno de los aspectos que tuvo el equipo en cuanto a mejoría se refiere fue que Rubén Castro recupera la sonrisa tras 6 jornadas difíciles. El canario volvió a marcar y ya suma 280 goles entre Primera y Segunda. A 1 de Zarra y a 5 de superar a Quini. El agente 280.
Ya había anotado con la elástica blanquiazul en Miranda de Ebro, sí. De hecho, el tanto es una versión a balón parado del que se pudo ver ayer en La Rosaleda. Centro desde la izquierda de Álex Gallar que el canario empuja al fondo de las mallas con un sutil giro de su tobillo derecho. Pero, ¿en qué se diferencia entonces esta edición del ariete y la anterior?
Pues bueno, si bien es cierto que la forma de jugar puede tener parte de culpa -lo cual indicaría que Guede no encajaba mucho en la forma de ver el fútbol del killer malaguista-, la actitud fue eminentemente distinta por parte del jugador. Ya de por sí en otros encuentros siempre buscaba el gol, pero en esta ocasión los esfuerzos se multiplicaron. La arenga de un Pepe Mel que ejerce funciones de padre para él desde la banda le instigó en todo momento a presionar la salida del balón rival. Esto propició, ayudado de sus compañeros, que el equipo recuperara balones en campo contrario que terminaron surtiéndole de ocasiones dentro del área.
Aún así, no fue su noche. Hizo el gol del empate en un remate magistral, pero tuvo varias ocasiones que le hicieron tirarse de los pelos. La más clara de ellas, sin tener en cuenta los dos goles bien anulados por el línea, fue una que se paseó bajo sus piernas en un excelente centro de Hervías. Algo inusual, pero que sí que denota algo: Rubén Castro recupera la sonrisa, una vez más, de la mano de Pepe Mel. Solo es cuestión de tiempo que la máquina goleadora se active. El mejor ariete de la categoría ya vuelve a acercarse a su mejor nivel.
