El espectáculo lleva apenas veinte días y en el Málaga de Pablo Guede nace la magia, aunque falta el truco. O en otras palabras, se empieza a ver la identidad de lo que quiere el míster en el terreno de juego, pero no llega la recompensa del gol. Esa fue la frustración que se vio en el Marbella Football Center con la victoria del Cádiz (2-0) sobre los boquerones en una actuación paupérrima del colegiado principal, Manrique Antequera. Pese al resultado, esta es la línea a seguir y así coincidió Fran Sol en la zona mixta posterior al encuentro.
¿Y cuál es el sello que busca el argentino? El del juego combinativo. Movimientos, asociaciones al primer toque, internadas constantes de los carrileros por no decir extremos y así ganar superioridad por fuera… En definitiva, crear situaciones de cara a portería favorables para que los hombres de arriba afinen la puntería. Y no solo los delanteros, también los que llegan desde segunda línea. Esta era una de las grandes asignaturas pendientes y obsesiones de Pablo Guede desde que aterrizó en La Rosaleda en abril.
A pesar del cero en el marcador, las oportunidades no faltaron ayer y especialmente en la primera mitad. Luis Muñoz se topó con el palo, Fran Sol con David Gil, Rubén Castro con la muralla gaditana en varias ocasiones, Jozabed se quedó cerca de la falta directa, Haitam hubiese marcado un auténtico chirlo de no ser por la madera en la segunda parte… En definitiva, el Málaga comienza a saber cómo buscar la meta rival, aunque todavía sin recompensa. Nace la magia, falta el truco.