Un Málaga que enseña sus primeros trucos vivió la injusticia poética de la pretemporada. El Cádiz doblegó al conjunto de Pablo Guede gracias a los goles de Luis Hernández y Anthony ‘Choco’ Lozano, que llegaron tras momentos puntuales. El primero ante el desajuste tras la repentina marcha de Juande por problemas físicos, el segundo por un posible penalti a favor de los blanquiazules que no vio Manrique Antequera. Al fin y al cabo, los árbitros también realizan su ruta veraniega profesional, pero surrealista lo que se vivió en el Marbella Football Center.
Las ocasiones iniciales nacieron de las botas boqueronas y las de su capitán, Luis Muñoz. El ‘8’ cazó el cuero en el área y su remate se topó con la madera de la portería defendida por David Gil. Fue la primera… y no la última. La alianza entre Rubén Castro y Fran Sol demostró lo que puede dar en la temporada: combinación y olfato de cara al arco. Primero fue el ‘9’ con un fusil raso a los dominios del meta rival, después el ’24’ con el cabezazo a la jugada ensayada que no acarició la red.
Manrique Antequera no vio el penalti que hubiese cambiado todo
Sin embargo, la alarma saltó con Juande y, a la acción siguiente, la ley del ex apareció con Luis Hernández, cuyo testarazo no pudo atajar Manolo Reina (1-0). Ya a partir de aquí, toque de trompeta y el fútbol fantasía llegó con Jozabed domando la batuta ofensiva e Issa Fomba muy eléctrico en esa labor de carrilero… por no decir extremo gracias a la cobertura de Ramalho. Y aquí es donde llegó la polémica: posible penalti a favor del Málaga por mano, Manrique Antequera dijo que no… y el ‘Choco’ Lozano anotó a placer el 2-0 que no se iba a mover en la segunda parte.
Tras el descanso, los focos apuntaron a los canteranos: Andrés Caro, Víctor Olmo, Álex Rico, Dani Lorenzo, Haitam, Loren Zúñiga o Pablo Arriaza. Y precisamente, el ’34’ marroquí fue el que firmó la más clara: regateó por diestra, se perfiló a su zurda y reventó el esférico al travesaño escoltado por Ledesma. La acción sobre el verde no fue a más, pero la vergüenza vino tras el pitido final con el Pacha Espino fuera de sí buscando el llegar a las manos. En definitiva, una buena imagen del Málaga se vio manchada por la injusticia poética de Manrique Antequera.