El Amorebieta llegó con 0-2 al descanso en La Rosaleda. El Málaga necesitaba una reacción desde el banquillo tras el paso por los vestuarios… pero no llegó. Tardó un poco más de la cuenta la decisión de José Alberto de arrancar el baile de los cambios apostando por Kevin en el 56′. ¿Por qué el míster no quiso agitar el árbol en el intermedio? ¿Por qué no «funcionaron» los cambios?
Y «funcionaron» entre comillas, puesto que sí que ayudaron a dar algo más, pero llegaron tarde, demasiado tarde. El argumento que utilizó el asturiano en sala de prensa -visiblemente, y en palabras suyas, «jodido»– fue que «quería ver cómo reaccionaba el equipo tras el descanso». Kevin fue el primero en el 56′, pero es que después pasaron trece minutos de reloj para presenciar el doble ingreso de Antoñín y Dani Lorenzo. Trece minutos… con un 0-2 en contra en casa.
La cuarta y última modificación fue Pablo Chavarría en el 84′ para buscar la épica y celebrar que el argentino volvía a vestirse de corto tras su recaída. No se agotaron las cinco posibilidades, futbolistas como Roberto se quedaron con el chándal puesto y, lo que es peor, no hubo reacción al descanso ante la machada del Amorebieta en La Rosaleda. ¿Y por qué no «funcionaron» los cambios? Porque llegaron tarde, demasiado tarde.
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Recuerdo aquellos cambios de Muñiz en el minuto 25 de la primera parte cuando se ponía la cosa cuesta arriba, metia a Sandro y el campo se venía arriba hasta conseguir la remontada. A este entrenador le viene algo grande la categoría, o al menos en los objetivos que queremos situar al club. La se acabó la magia de la Rosaleda, el mister se cargó el encanto.
Ya dio la explicación en rueda de prensa, no hizo los cambios en el descanso porque confiaba en la remontada después de su charla en vestuarios, yo creo que hablaron de todo menos de fútbol, un horror de entrenador