El luto aún durará varios días en el malaguismo. 16 años de una vida que se detuvo a los 46 cumplidos hace hoy dos meses no se pueden ni se deben olvidar fácilmente. Francesc Arnau ha dejado un vacío enorme en Oviedo, en Barcelona y, especialmente, en una Málaga que, en parte, no lo trató en vida como debiera. Eso le dolía, una espinita, aunque sólo suponía un pequeño sector de la afición, que se le quedó clavada. Porque todo lo que hizo como jugador, adjunto a la dirección de la cantera y director deportivo, acertando o errando, lo hizo pensando en lo mejor para un club que se lo dio todo y al que dio todo.
Pero más allá de las consideraciones particulares, los números, los datos, las operaciones hablan a las claras de que, cuando Al Thani lo despidió, no sólo se iba dejando en el Málaga un importante superávit económico sino un legado que aún hoy es clave para la superviviencia económica y deportiva de la entidad costasoleña.
Sólo en su etapa como director deportivo, rol que ejerció en cuatro ventanas de fichajes, dejó 15 millones de beneficios. Y eso que hubo operaciones muy costosas y con nulos resultados sobre el campo. Ahí están los 5 millones por Keko, los 4,6 por Cecchini, los 4,1 por Michael Santos (aunque se recuperase la mitad por su venta al Copenhague) o el contrato de estrella firmado a Juanpi Añor. Pero a cambio obtuvo ingresos que casi duplicaron los costes. A Amrabat lo vendió por 8 millones, a Camacho por 14. Por Sandro consiguió los 6 de su cláusula después de haberlo traído gratis. Por Fornals sólo pudo sacar 12 después de que el jeque le negara hasta en dos ocasiones la pactada renovación. Si le hubiera hecho caso, esa cantidad se habría duplicado.
Un Fornals, por cierto, al que trajeron siendo juvenil el recordado Manel Casanova y él mismo después de que el ahora futbolista del West Ham fuese descartado por el Espanyol. Como con Sergi Darder, traspasado en su día por 13 millones de euros. No fueron los únicos canteranos captados por este binomio Arnau-Manel que dieron vida extra al Málaga, primero sobre el césped y luego en las cuentas. Ahí están los 17 millones que pagó el Villarreal por los Samus, Castillejo y García. O los 7,5, también del submarino amarillo, por Ontiveros. O los 7 por Juanmi y los 5,5 por En-Nesyri que pudieron ser 20 si Al Thani, otra vez él, no se hubiera negado a repescarlo.
Pero no es sólo eso lo que hizo Francesc Arnau en el Málaga. El equipo actual, con sus limitaciones presupuestarias y de fichas, ha basado la permanencia en la cantera. Los Ismael Casas, Juande, Ramón, Cristo, Benítez, Larrubia, Hicham y otros que vienen empujando fuerte llegaron de niños gracias a su apuesta por ellos. Por no hablar del técnico, Sergio Pellicer, que también llegó cuando dirigían la Academia. Ahora todos ellos sufren la ausencia de sus padres deportivos. Su legado, en cualquier caso, queda ahí. Ya puede descansar en paz.